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viernes

¿Pérdida de la identidad?

Con la inevitable globalización la vestimenta se introduce en los terrenos sagrados de diversas culturas para convertir los símbolos de éstas en simples ideologías comerciales para unificar a toda la orbe.
Si Yasir Arafat levantará la cabeza y viera lo que la marca Balenciaga hizo con su pañuelo palestino, no estaría muy conforme. Nicolás Ghesquiére – diseñador de la casa– hizo una reinterpretación del pañuelo kufiya en su colección otoño-invierno 2007, volviéndolo un artículo supremamente comercial y la prenda estrella de la temporada. Quizás lo que no sabía o no le importó, fue el hecho de que la kufiya representa la ideología política de un movimiento izquierdista en Medio Oriente.
Los primeros que la lucieron fueron los diseñadores, después los jóvenes y hasta el mismo David Bisbal, ¿compartían ellos la misma tendencia política de Arafat? No, simplemente ellos pensaron que se les veía bien. Balenciaga abrió la veda y ahora el pañuelo palestino es la carne favorita de las pasarelas urbanas.
En México país pasa lo mismo con la aclamada edición de bolsas estampadas con la imagen de la Virgen de Guadalupe o Frida Kahlo. No era un requisito ser católico o conocer el trabajo de la pintora para portar tales accesorios. El chiste era estar en la última tendencia, la cual se expandió en varios lugares del mundo. Ahora una famosa marca de tenis quiere lanzar una edición especial de calzado con las obras de Frida Kahlo. La historia se repite
........Por ende, el principal enojo nace por el uso inconsciente de los símbolos culturales de determinados países y las ideologías de ciertos grupos; en productos ampliamente comerciales y masificados, donde pierden su valor como elementos cohesionadores de una sociedad; para pasar a ser frívolos y superficiales.Después del caos de la Segunda Guerra Mundial, donde las mujeres tenían un look triste pero glamouroso, viene la democratización de la moda. La moda no es un privilegio de unos cuantos, debe ser para todos.
........Este suceso no sólo permitió la creación de cadenas de ropa más accesibles para que todos pudiesen seguir esta concepción, sino que rompió con la diversidad cultural al unir a todos los individuos bajo un mismo concepto de imagen global de lo que debía ser la moda
........Se dejaron atrás los valores y tradiciones, para que de un momento a otro un joven de África portara la misma camiseta Calvin Klein que alguien más vistiera en Francia. Ahora la mayoría somos iguales.
Sin embargo, a pesar de esta ruptura de la identidad cultural, la moda es un fenómeno en el que todo mundo se encuentra inmerso. Por un lado la moda retrata las costumbres y gustos de los diferentes grupos sociales que adquieren determinados hábitos y actitudes. Y por otro lado, a través de la moda se reflejan la personalidad del individuo, dependiendo de sus gustos y necesidades de aceptación, además de lo que el sujeto desea ser.
........La relación ideología-cultura-moda queda reflejada en una sociedad que poco a poco va perdiendo sus elementos de identificación, para pasar a una homogenización de los gustos y costumbres humanas. La extinción de la diversidad queda a la vuelta de la esquina.
Como afirma el investigador Tulio Hernández dentro de este fenómeno global: “Lo malo de la moda se cristaliza en la pérdida de la diversidad cultural y de la expresión individual y personal. Mercados como Zara han democratizado lo siguiente: que grandes costureros y diseñadores ya no trabajan exclusivamente para la gente de alta alcurnia, sino que ahora laboran en función de la existencia de una gran masa de consumidores que aman sus productos”.
........De manera irónica, una de las principales tendencias del pasado otoño-invierno ( y también de esta primavera) se aboca en el intento de hacer del look étnico un global look. Mediante éste se rescatan accesorios, telas, estampados y detalles característicos de algunos vestuarios típicos de Perú, África y Asia; para convertirlos en las prendas que todos quieren tener. Una clara muestra de que la globalización no descansa y busca borrar cualquier frontera cultural, aunque lo haga por la ropa.